Estoy
cansado, agotado y me siento exprimido de tanto trabajo que he tenido en los
últimos dos días, a Dios gracias. Le doy
gracias a Dios porque aunque tengo algunos achaques a los cuales no estaba
acostumbrado, sé que hay otros hermanos que están mucho peor que yo y siguen en
la lucha, sonrisa en rostro y alabanza en labios… y en el corazón. Hermanos que tienen que dializarse continuamente,
otros con luchas constantes y periódicas contra el cáncer, algunos con depresión
incesante, otros (con lo que puede ser peor) con hijos muy enfermos o que han
premuerto a sus padres, hermanos con enormes batallas que les asedian… y estos
hermanos no se quejan. Estos hermanos, reyes
del sufrimiento, a veces entran en FB y leen con asombro cómo algunos nos
quejamos porque solamente dormimos 5 horas y tenemos sueño; porque tenemos que
trabajar el fin de semana; porque nuestros jefes nos miran mal; porque está lloviendo
y queríamos ir a la playa; porque sacamos C en un examen; porque estamos solos
nuevamente; porque los hermanos me ignoran; porque mi carro está viejo; o por
innumerables nimiedades que invitan a verdaderas adversidades a nuestras vidas,
para que veamos lo que verdaderamente es sufrir.
Estoy cansado, pero le doy gracias a Dios
porque, entre achaque y achaque, tengo las fuerzas para seguir trabajando y,
más aún, todavía me queda el ánimo para buscarle en Espíritu y en verdad, y,
cuando me acuerdo, para interceder por los que verdaderamente sufren, porque el
día que eso se pierda, entonces sí que estamos malitos, muy malitos.
Has puesto todo en su justa perspectiva. A veces nos sentimos asediados por cosas que en realidad son pequeñeces en comparación a lo que sufrimos quienes como yo, hemos sido víctimas del crimen violento, hemos tenido que atravesar por el profundo dolor de que nuestros hijos sean asesinados....entonces todas las prioridades de la vida han tomado un giro de 180 grados. Como siempre, tu honestidad al escribir es inspiradora!
ResponderEliminarSabes Ivonne, suelo saber que una reflexión ministra cuando la leo días después y siento que Dios me habla a través de ella, como si otro la hubiese escrito.
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