sábado, 15 de septiembre de 2012

Tristes momentos de infortunio

Aunque te abandone quien más se supone que te quiera, con todo y eso Dios nunca te abandonará.  Si crees eso, debes mantener tu cabeza en alto y así repelerás toda insinuación de que debieras sentir vergüenza, que de los enemigos las esperamos, pero a veces también vienen de los amigos.  Sí, amigos, porque suele ser que los amigos son los que más te rechazan si piensan que Dios te ha desechado e insinúan que te debieras sentir avergonzado por caer “derrotado” después de tantos años proclamando a los cuatro vientos que Dios prospera y es fiel, lo cual a su vez es corolario del frecuente pensamiento de que algo muy malo debes haber hecho para que te hubiese pasado lo que te pasó, como si hubiese uno solo de nosotros que nunca haga algo malo.

Repito, debes mantener tu cabeza en alto, porque es tu fe en los momentos de aparentes derrotas lo que precisamente avergonzará a los que sin querer queriendo se regocijan en tu mala fortuna, como si tu degradación implicara una promoción para ellos en su status social relativo.  Sí, tu ecuanimidad en los momentos de dolor y abandono, le demostrará al mundo que tú confías en Uno que nunca te abandonará; cuya ecuanimidad a la vez confirmará que Dios te está respaldando, porque es Él quien te la otorga, y esos que te rechazan tendrán envidia (y no es que tú lo desees, pero la tendrán), porque ellos mismos, a pesar de su aparente victoria, anhelan profundamente tener la relación con Dios que tu tienes, aun estando casi derrotado, según evidencia tu resistencia espiritual en esos tristes momentos de infortunio.

Espera en Dios y confía, porque si así haces veras su bondad aquí en la tierra.[1]

















[1] Véase el Salmo 27 (Para los que necesitan más aliento)

1 comentario:

  1. Ivonne Tamayo Maseda18 de septiembre de 2012, 8:27

    Tus palabras son muy alentadoras, aunque fuimos creados para ser recíprocos en el amor...En el N.T., innumerables veces se menciona "unos a otros"....pero ante la dura realidad, siempre es un bálsamo saber que nada nos puede separar del amor de Dios...

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