De la misma manera que el dolor que nos
causa una herida en nuestro cuerpo suele tener como propósito principal proteger
el área afectada contra otros traumas que puedan afectar más la herida, dificultando
su sanidad y empeorando así nuestra condición, el dolor emocional causado por
nuestros errores espirituales suele tener como propósito principal protegernos,
para que evitemos cometer nuevamente los mismos errores que tanto daño pueden
hacerle a nuestro ser interior, lo cual dificultaría nuestra sanidad y restauración
espiritual.
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