Por más que
leo, por más que estudio, no encuentro ni un solo ejemplo en el Nuevo Testamento,
ni en el Viejo Testamento, donde un siervo de Dios, de los que se dedican a
llevar el mensaje de la Palabra, se hubiese enriquecido de su labor de llevar
el mensaje de Dios; no lo encuentro, ni entre los que promovían el regreso al
Pacto del Sinaí, ni entre los que predicaban el Nuevo Pacto en su sangre. Hubo siervos de Dios que se enriquecieron de
su trabajo, en el cual Dios los prosperaba, tales como Job, Abraham, Isaac y
Jacob, pero los que no encuentro son predicadores que se hayan enriquecido de
llevar el mensaje. Sí hay muchos pobres,
pero ricos como consecuencia de predicar, ninguno.
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