A veces nos
esforzamos mucho para distinguirnos de los demás, para alcanzar un sitial de
excelencia que nos diferencie, porque pensamos que eso nos hará sentir
realizados. Con los años he llegado a la
conclusión que la sencillez es mejor que la extravagancia y que humillarse ante
Dios es mejor que enaltecerse ante los hombres.
Si quieres distinguirte de los demás, confía en Dios de todo corazón, ama
y perdona, porque quien eso hace cae dentro de la gran minoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario