miércoles, 22 de enero de 2014

Para que muramos al yo


Cuando Dios ve algo salvable en nosotros y decide intervenir en nuestras vidas para corregirnos, antes de hacer algo concreto para transformarnos, Él nos lleva al punto de la humillación total para que muramos al yo y seamos moldeables en sus manos, algo así como lo que hace el alfarero con el barro que pierde la forma en sus manos, que lo convierte en una bola amorfa de barro para comenzar nuevamente a darle forma en el torno.

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