Estamos en una guerra espiritual. Si piensas en pecar, y en tu mente te deleitas en “X” o “Y” pecado, a tal punto que lo disfrutas, y anhelas llegar a consumarlo, es probable que el enemigo te ponga las circunstancias favorables para pecar, y es muy probable también que eventualmente caigas en ese pecado, para tu propio mal. Si por otro lado piensas en obedecer, y deseas en lo profundo de tu corazón hacer lo que a Dios le agrada, y consagrarte profundamente, Dios te llevará a una entrega total a Él, frecuentemente por medio de circunstancias adversas en tu vida, que te llevarán a clamar y a buscar su rostro. En otras palabras, tanto el camino a la vida, como el camino a la muerte, ambos, suelen comenzar en tus pensamientos.
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