Mientras
más confías en Dios, menos te ofuscan tus planes, menos te ofuscan las
alternativas disponibles para actuar, menos te ofuscan los detalles de tu
futuro, menos te ofuscas en cómo buscarte el pan, menos te ofuscas con los que te
persiguen, y más disfrutas del cariño que recibes y puedes dar a los tuyos y,
sobre todo, más te deleitas en Dios, en su Palabra y en cómo agradarle.
Mientras más confías en Dios, menos tienes que cavilar sobre tu destino, porque
te dejas llevar por el corazón, después de haberte llenado de Su presencia y
saturado de Su Palabra. Cuando confías en Dios, todo fluye.
Es como el manatial que corre debajo de la tierra; fluye, aunque de momento no lo podamos ver.
ResponderEliminarCierto.
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