A veces en
el silencio y la espera Dios nos enseña las cosas más sublimes de Él, pero
tenemos que esperar bien, sin pecar. De
lo contrario podemos perder el beneficio acumulado durante años de sufrimiento. Hermanos, tenemos que aguantar y perseverar
hasta el fin, aunque nos sintamos que no tenemos adonde ir aquí en la tierra
para obtener socorro porque la fuente de nuestro sufrimiento quizá sea
precisamente quien se supone que nos consuele.
Si estás sufriendo un agravio injustamente, mantente ecuánime y espera. Si ya interviniste y no dio fruto tu
intervención, entonces déjaselo en las manos a Dios, porque Él no te abandonará
y tu consuelo de seguro llegará. Pero
acuérdate: espera bien.
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