lunes, 22 de octubre de 2012

Llorar

Hay quienes viven pensando que Dios es bueno y misericordioso y por tanto perdonará todos sus pecados y los recibirá en las moradas celestiales eternas sin importar si se arrepienten de sus pecados o no; y hay quienes piensan que Dios es tan severo que castigará hasta el más pequeño de los pecados.  Yo soy de los que piensan que en el Cielo habrán sorpresas, tanto porque llegarán a entrar personas que muchos pensaron que jamás entrarían, o porque no entrarán personas de mucha reputación y conocidos por sus grandes ministerios.  Quien llegue al Cielo lo determinará Dios, quien es misericordioso y juzga con profundidad y verdad.  Por eso trato de ser muy cuidadoso en mi evaluación de las vidas espirituales de los demás, tanto para no considerarlos súper espirituales, como para no juzgarlos como pecadores sin remedio.  Prefiero invertir mis energías espirituales en mi auto evaluación (aunque a veces se hace difícil evitar juzgar), porque en aquel día yo quiero poder ver a Jesús sin tener que avergonzarme.  Es preferible llorar en la tierra, y que mis lágrimas sean enjugadas en el Cielo, a reír en la tierra y vivir una eternidad en un lugar donde lo que me espera, si calculo mal, es el lloro y el crujir de dientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario