domingo, 7 de octubre de 2012

Miraba por la ventana de una habitación fresquita

Miraba por la ventana de una habitación fresquita, ayer temprano en la mañana. Mis ojos contemplaban las tejas de las bellas casas de estilo mediterráneo a la orilla de un precioso y apacible lago.  Era todo tan bonito, y tan pacífico, que pensé en Dios y el Cielo. Mis ojos se aguaron y lloré.  Lloré por el deseo de estar con mi Dios en el lugar que tiene preparado para mí.  Nada más me interesa.  Y a lo terrenal que le dedico tiempo y esfuerzo en este mundo, se lo dedico solamente para halagar a mis hijos y esposa para ver si demostrándoles el amor que Dios ha puesto en mí, como mejor pueda, logro persuadirlos a que amen a Dios sobre todas las cosas, porque quiero vivir con ellos en la morada eterna que Jesús tiene preparada para los que le aman.


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