No le temas a nada ni a nadie que te amenace o amedrente, porque más grande es el que está en ti que cualquier enemigo que te esté amenazando o amedrentando. Si buscas el rostro de Dios y le sirves de corazón, siguiendo sus mandamientos y amando profundamente y en verdad, no solamente a tus parientes y amistades cercanas, sino a todo el que te rodea, entonces gozarás de la protección total de Dios y tendrás paz.
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