Todos
queremos conocer a Dios, saber como es y tratar de emularlo, porque en lo
profundo de nuestro corazón sabemos que Dios es bueno y es un excelente
aliado. No nos damos cuenta, sin embargo,
de que Dios siempre ha sabido que nosotros queremos eso, conocerle, saber cómo
es, para poder venerarle e imitarle, así como nuestros hijos nos veneran y
quieren imitarnos. Sabiendo eso, Dios se
hizo hombre y vivió como uno de nosotros para que observando su conducta,
nosotros supiéramos cómo Él es y pudiéramos imitarle. Para esto vino Jesús, Dios hecho carne, para
enseñarnos el carácter de Dios con el fin de que nosotros aprendamos a
conducirnos y le imitemos. Para
ayudarnos en la encomienda, Jesús envió posteriormente a su Espíritu Santo para
que sirviera como nuestro ayudador en la tarea de hacer su voluntad, como Él
hizo la del Padre. Es cierto que Jesús
vino a morir por nosotros, a derramar su sangre para la expiación de nuestros pecados,
pero al mismo tiempo vino para mostrarnos al Padre, así que si hemos conocido a
Jesús, hemos conocido al Padre. Imitémosle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario