A veces el
rechazo de los hermanos con quienes te has codeado por mucho tiempo, en ocasiones
menospreciando a los hermanitos más humildes cuando compartías con los que hoy
te rechazan, es bueno. Es bueno porque te
ubica en el contexto de los humildes, que frecuentemente son rechazados por los
que gozan de mayor popularidad. Los nuevos
hermanitos, y los más humildes, debieran ser nuestra prioridad, sin olvidar las amistades de antaño,
por supuesto. Por eso pienso que es
bueno sufrir rechazo de vez en cuando, porque ese tipo de sufrimiento nos
sensibiliza a los sentimientos de los menos afortunados. Eso sí, no vayas a pensar que porque tu
conducta como rechazador hace crecer al rechazado tú, que menosprecias a tu
hermano, vas a ser recompensado. No
señor, el rechazado crecerá porque Dios está con él, pero tú que no te conduces
como verdadero hermano tendrás que explicar tu conducta cuando te llamen a dar
cuentas en aquel día o, si tienes suerte, antes.
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