A veces
pienso que es preferible ser un pecador sin haber conocido a Jesús que un
creyente sustancialmente equivocado, porque el primero tiene la esperanza de
tener un encuentro con Jesús, nacer de nuevo, y salvar su alma, pero el
segundo, en su error sustancial, podría estar yendo rumbo al infierno y a la
misma vez pensar que todo anda bien en su vida.
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