domingo, 21 de octubre de 2012

El problema de los embrollados

Hay iglesias grandes y ricas que edifican y hay iglesias chiquitas y pobres que no edifican; de igual manera hay iglesias chiquitas y pobres que edifican e iglesias grandes y ricas que no edifican.  También tenemos ricos que aman a Dios y pobres que no lo aman; de igual manera tenemos pobres que aman a Dios y ricos quienes pasan de Él.  Por otro lado, las Escrituras nos enseñan que difícilmente un rico heredará el Reino de los Cielos.  Supongo que el punto de partida para el análisis del grupo al cual uno quiera pertenecer quizás deba ser la preponderancia de las probabilidades.

Como dato adicional, en mis 40 años en el Señor he visto que frecuentemente las iglesias grandes terminan metiéndose en grandes proyectos que requieren grandes  inversiones, obligando a sus líderes a fomentar el crecimiento en la membresía para generar las ofrendas que puedan costear presupuestos que suelen salirse de lo proyectado, mientras que las iglesias pequeñas, que no tienen mucho para invertir, gastan lo poquito que generan en ayudar a sus miembros necesitados.  Pero el problema de los embrollados no es solamente que invierten mucho tiempo y horas de sueño en sus proyectos, sino que luego, por necesidad, inclinan la agenda de la enseñanza hacia la importancia del llamado diezmo, relegando a segundo plano la devoción a Dios, la santidad y el amor al prójimo con sencillez y dedicación.

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