Argumentar
que es preferible ver un show musical cristiano en el culto de la iglesia a ver
un show en Broadway es parecido a argumentar que es preferible ver una
competencia de judo entre equipos cristianos en el culto de la iglesia a verlo
en las olimpiadas, si me permiten utilizar un ejemplo extremo para ilustrar un
punto que considero válido. Yo por mi
parte, preferiría que los hermanos se reuniesen en las casas a leer la palabra
y a orar unánimemente, con humildad y devoción, a que estén en una asamblea
gigante para escuchar a un cantante profesional alabar al Señor. Si fuese de vez en cuando no lo veo mal, pero
todos los domingos no me parece bien. Supongo
que es cuestión de criterio; a veces pienso que la insistencia de algunos
líderes eclesiásticos en que sus miembros se congreguen en el culto principal
es para poder tener acceso a sus ofrendas.
No sé, no sé, no me atrevo a juzgar congregaciones específicas, pero
algo no me huele bien. A veces nuestros
cultos aparentan tener como propósito anestesiar las conciencias, en vez de
edificar las almas.
Cada vez más los altares de los templos parecen un proscenio más que una plataforma para predicar a Cristo. Concuerdo en que parece que la prioridad es entretener y mantener a la iglesia entre las cuatro paredes.
ResponderEliminarSí, Basilio, desgraciadamente es así. Lo triste es que ni cuenta se dan de lo que hacen, o por lo menos así aparentan actuar. Y cuando te encuentras en esa vorágine, ¿cómo desmantelas el andamiaje? Porque ya hay mucha gente que depende de la "obra" para su sustento y también ya has incurrido en muchos compromisos económicos que te requieren seguir para recaudar los fondos para mantener la función.
ResponderEliminar