La soledad, esa que se siente cuando todos parecen haberte abandonado, ni parientes, ni asociados de trabajo, ni amigos de años, ni colaboradores en Cristo, nadie está a tu lado, cuando los únicos que se acercan son tus enemigos para burlarse y algunos “amigos” para reprocharte, ahí, precisamente ahí, el único que te extiende la mano es el que te agarra de tú mano derecha y te dice que siempre estará contigo y nunca te abandonará, si le buscas. A veces es bueno que a uno lo dejen solo, para que podamos entender dónde está la fuente fiel de vida y salvación. Así que, si te sientes solo, o sola, alégrate, porque te están dando la fabulosa oportunidad de acercarte al que nunca te abandonará y te llevará de la mano siempre, hasta vivir con Él eternamente, con mucho gozo y paz.
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