Cuando por
prejuicio, ya sea propio o porque alguien te lo inculcó, evitas compartir con alguna
persona con la cual hubieses compartido a no ser por tu prejuicio, podrías privarte
de enriquecerte mediante tu contacto con ella.
Quién sabe si esa persona con quien no quieres tener contacto por tu
prejuicio es la persona que Dios he enviado a tu vida para responder a tu
petición y atender tus necesidades.
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