La congregación cristiana que vive en lo natural, que no experimenta
constantemente los dones espirituales en sus cultos, cuyos miembros apenas
ejercen los dones espirituales en sus vidas privadas, cuyas actividades tienden
a ser actividades de índole social enfatizando solamente el compartir, jugar,
comer y divertirse, dejando fuera la manifestación sobrenatural del Espíritu
Santo de Dios, está destinada a convertirse en un club social con vestigios de
cristianismo y sus miembros terminarán siendo estériles para el Señor. Sin el poder de Dios no hay verdadero
cristianismo, “porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”.
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