Algunos
líderes de congregaciones piensan que cuando le dan la oportunidad de predicar
en su congregación a otro predicador le están haciendo un favor al invitado que
predica, como si la audiencia les perteneciera a ellos, como si los feligreses
fuesen una lista de clientes que se les presta al que predica para promover su
servicio, a saber, su modo de predicar, para que coja exposición y desarrolle
su ministerio. Lo triste es que algunos
de los que predican como invitados, piensan igual. Qué mal nos va. Alguien tiene que clamar en este desierto
para que veamos la realidad y vivamos la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario