Pensemos bien, si Dios hizo el
corazón del hombre susceptible a ser herido y susceptible a ser halagado y a la
misma vez nos dio la capacidad de herir y de halagar, cómo seremos libres de
responsabilidad por herir si sabemos exactamente lo que se siente porque
tenemos la capacidad de ser heridos y, como si fuera poco, también sabemos cuán
bueno es ser halagados. Halaguemos y no hiramos,
para que nos vaya bien.
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