A veces la
lógica de un niño es tan válida, o más, que la de un adulto porque es sencilla,
pero con mucho sentido. Hoy mi hijo mayor
viene a mi cuarto y coge un bonche de papel tamaño carta para usarlo en su
fotocopiadora y me dice: “Papi, sabes qué, cuando yo era pequeñito yo pensaba
que si el papel largo era legal,
entonces este papel corto era ilegal.” Los
dos nos reímos, pero me pareció muy lógico su comentario; no está mal, por eso
tenemos que ser como niños. Así las
cosas, si congregarse es la voluntad de Dios, no congregarse queda fuera de la
voluntad de Dios. De igual manera, si
Dios quiere que nos amemos los unos a los otros, si no nos amamos, no hacemos
lo que Dios quiere, y así sucesivamente.
No hay duda de que si pensáramos como un niño nos iría mejor.
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