Cuando en
tu vida las cosas se alborotan demasiado, todos te caen encima, amigos y
enemigos, uno te hala el pelo, otro una oreja, el otro te pellizca, uno que
antes te respetaba ahora viene y te da un cocotazo, los más jóvenes se
envalentonan y te ignoran, en fin, quieren acabar contigo y tú sientes que
debes brincar, quitarte a todos de encima porque ya no estás para cocotazos y
pellizcos, y justo cuando vas a darle un zarpazo al que está más cerca, Dios te
dice: “Calla y aprende de mí que soy manso y humilde de corazón; tranquilo,
déjame a mí bregar con el asunto, que un pellizquito más no te va a destruir; yo
te defenderé."
No hay comentarios:
Publicar un comentario