jueves, 15 de noviembre de 2012

Las pruebas que dan frutos de recompensa

Las pruebas que dan frutos de recompensa por la obediencia y consuelo por la resignación son aquéllas que se sufren dócilmente, creyendo y obedeciendo sus mandamientos mientras se pasan por ellas.  Pruebas similares que se pasan a regañadientes, quejándose uno por la difícil situación y reprochándole a Dios que haya permitido nuestro angustioso predicamento, son oportunidades perdidas para demostrarle a Dios que le creemos y queremos servirle; tales pruebas, las que se atraviesan con una actitud cuestionable, no suelen tener mayor recompensa que estar vivos una vez las hemos pasado.   Mientras más profunda sea tu prueba, mayor puede ser la recompensa que recibas, si la sufres con la actitud correcta.  Pidámosle a Dios que nos enseñe a tener la actitud correcta para atravesar las pruebas que nos da.  El problema, sin embargo, consiste en que precisamente Dios nos pasa por algunas pruebas, para ver (lo cual debe entenderse: para que nosotros veamos) cual será nuestra actitud al atravesar la prueba.

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