A veces es
difícil discernir entre un cristiano de verdad y un cristiano de mentira, porque
los de mentira frecuentemente se encuentran viviendo y hasta “sirviendo” entre
los miembros del cuerpo de Cristo, ocupando incluso posiciones de liderato. En aquel día, cuando se separe la cizaña del
trigo, y los cabritos de las ovejas, todo se sabrá. Por ahora, nos corresponde a nosotros orar
para que Dios intervenga en nuestras congregaciones limpiando su era y
respaldando a los que sirven a Jesús de corazón y de acuerdo con la
verdad. No hay nada oculto que no sea eventualmente
manifestado, pero debemos dejar que sea Dios quien lo manifieste porque
nosotros no conocemos los corazones y nos podemos equivocar, causando mucho
daño al Cuerpo de Cristo si erramos. Eso sí, estemos
alerta para evitar que los de mentira obtengan el poder, porque una vez allí, se hace más difícil corregir la situación.
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