viernes, 30 de noviembre de 2012

Agradarle

Nada que el ser humano haga puede hacerlo merecedor de la Gracia de Dios, pero nuestro esfuerzo por agradarle podría considerarse como una manifestación de fe.  Sabemos que sin fe, no se puede agradar a Dios.  Así que, si nos esforzamos, es más probable que en algún punto de nuestra esforzada dedicación, Dios nos vea con agrado, no porque hagamos algo que lo impresione, sino que en nuestra debilidad demostramos que queremos estar cerca de Él y lo necesitamos.  A Dios le gusta que le busquen.

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