Los otros
día les conté que me llevé un leve pasme porque no le presté atención a mi hijo
mayor que vino a interrumpirme mientras yo escribía una reflexión porque quería
que yo escuchara una canción en Youtube, que luego resultó ser muy edificante y
me llevó a pedirle perdón porque más razón tenía él que yo. Esta noche pasó algo parecido, porque entró
y me interrumpió nuevamente de sopetón, pero ahora no reaccioné, porque poco a
poco y a golpes voy aprendiendo. Se paró
delante de mí, me miró, lo miré sin hablar, y abrió la boca: “Papi, dónde está
el texto bíblico que dice ‘Jehová es mi pastor’”. Respiré profundo de alegría, por la pregunta
y por mi dominio propio, y le dije: “En el Salmo 23.” Entonces le recité parte del salmo y me
alegré porque pude responderle y darle el ejemplo. Cuando salió de la habitación me acordé de
algo que había leído recientemente a los efectos de que un papá le dijo a su
hijo pre-adolecente: “Mira a ver bien por dónde caminas.” Y el muchacho le respondió: “Mira a ver bien por
dónde caminas tú papá, porque yo estoy siguiendo tus pasos.”
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