domingo, 4 de noviembre de 2012

Dios, al que le da autoridad, siempre le pide que rinda cuentas

A veces cuando alguien injustamente te hace daño y tú persistes en tratar de lograr que la persona rectifique, pero la persona que te hizo daño, que está en una posición de autoridad sobre ti, se resiste a rectificar, y para defenderse preventivamente te difama y da una falsa versión unilateral de lo que sucedió entre ella y tú,  y los demás le creen, porque tiene autoridad, y a ese tercero que le cree le parece imposible que quien tú alegas que te ha agraviado pueda haber cometido tal injusticia, ahí tu mundo parece hundirse, porque lo que trataste de corregir se complica, a tal punto que tú aparentas ser un villano, por la forma en que te tratan, entonces tú desistes de defenderte, te sumerges en Dios y le pides auxilio, porque lo que hiciste, lejos de ayudarte ha hecho que sin razón te agravien más, porque ahora son más los que te agravian, lo cual hace que te postres ante Dios con un corazón contrito, que ores, que busques honestamente día y noche Su rostro, entonces el que te agravió, al ver que no te apartas de Dios, sino que te acercas más a Él, se preocupa (y si no se preocupa, debiera preocuparse), porque Dios siempre sale en defensa del vituperado que le busca, especialmente si el vituperio lo comete aquél que se supone que te ame, consuele y cuide de ti, porque Dios, al que le da autoridad, siempre le pide que rinda cuentas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario