Cuando tus
pensamientos te confundan y el dolor de la mente llegue al corazón, cuando no
entiendas tu camino porque se ha desprendido de tu pasado estable y ha entrado
en una extraña y desconocida vereda, cuando leas las Escrituras y las palabras
no pasan de tus ojos hacia dentro de tu pecho, cuando tus oraciones te entristecen
y hacen llorar, no de arrepentimiento sino de angustia, angustia de no sentir a
tu Dios tan cerca como siempre lo has sentido, cuando tampoco veas a Dios a
través de tus hermanos porque no se conducen como debieran, entonces detente en tus
caminos, sal al jardín, mira las plantas y los pájaros, y si es de noche mira
al cielo, y verás que la gloria de Dios te rodea, porque así lo cuenta el
cielo, y esa gloria que el cielo te cuenta te satisfará y consolará, porque
entonces comprenderás que Dios siempre está a tu lado y que a veces necesitas
descansar y contemplar la creación para entender que Dios te ama y nunca te
abandonará.
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